Desde el anuncio de la existencia de una pandemia mundial se inicia todo un conjunto de medidas y acciones envueltas en un discurso que alude a una situación de guerra. Estamos entonces frente a un poderoso enemigo hasta ahora incontrolable, que nos obliga a confinarnos en nuestras casas. Algo inédito para la generación que me ha tocado vivir.
Los lazos de cercanía con los otros y nuestras actividades habituales quedaron suspendidas de pronto. Ya nada es igual, todo nos cambió. Nuestra cotidianidad dio un viraje inesperado, el cual no es sin consecuencias.
Tramitar el malestar
Me pregunto desde el psicoanálisis cómo dar lugar a nuestra propia experiencia singular y a la de los sujetos que demandan nuestra escucha ante esta contingencia amenazante ¿De qué manera tramitar el malestar, para que nos permita extraer de él sus enseñanzas?
El primer material que leí sobre esta contingencia fue el texto:“ Encontrar en el mismo impasse de la situación, la fuerza vital del deseo” de Marie-Hélène Brousse. La lectura de este texto me reveló la posibilidad de tramitar algo de mi propio malestar ante la contingencia a través de la escritura. Marie-Hélène Broussenos propone:
“escribir un breve artículo sobre el coronavirus sobre del que no se sabe nada.”*
Es verdad, no sabemos nada del coronavirus, ni sabemos nada de lo que puede ser la respuesta singular de cada uno. Tampoco podemos adelantar las consecuencias, pero si podemos escuchar y darle lugar a los significantes que están presentes en el discurso como “enfermedad”, “contagio”, “confinamiento”, “aislamiento”. Así como, a la resonancia que tengan en los sujetos uno por uno.
Pandemia Emocional ¿Y lo singular?
Un anuncio en redes sociales hablaba del desencadenamiento de una “pandemia emocional”. Este anuncio me hizo pensar en una respuesta colectiva ante este real amenazante de la pandemia, la cual requerirá igualmente una atención masiva “para todos”.
Por lo que hemos visto en los diferentes escenarios las respuestas subjetivas van desde la negación hasta el pánico. Sabemos desde el psicoanálisis lacaniano que siempre estas respuestas tendrán un signo particular, el uno por uno.
Recordemos que el discurso analítico transforma desde el caso por caso; el síntoma social en un síntoma individual. Según Miller
“es la expresión del respeto a lo que cada uno tiene de singular, de incomparable, y es el permiso que se da para que ese otro sea, el mismo tal cual, independientemente de los sistemas donde sueñan inscribirlo.”**
Si nos planteamos el signo singular que tendrán las respuestas en las actuales circunstancias y donde el encuentro cuerpo a cuerpo con el otro no es posible ¿cómo hacer para ofrecer una escucha que permita alojar ese malestar singular que la pandemia mundial ocasiona en los sujetos?
Nueva normalidad
La clínica nos confronta permanentemente con la modalidades del lazo virtual. Ahora también se habla de la “nueva normalidad” y hasta se adelantan acciones en este sentido. Por ejemplo, nuevas legislaciones sobre el trabajo en casa, nuevas modalidades de educación no presencial. En fin, todo un nuevo modo de relación virtual. Habría que ver cómo tramitar estos cambios y darle lugar con los recursos que tenemos a mano al malestar uno por uno.
¿Serán los medios electrónicos una salida alternativa? Por el momento es la única que tenemos a mano. Si es esa la vía, pienso que tendríamos que darle un carácter de transitoriedad, ya que esto podría inscribirse dentro de una tendencia contemporánea que sustituye el encuentro personal entre los seres humanos lo cual no es sin consecuencias.
*Brousse, M,H. Encontrar en el mismo impasse de la situación, la fuerza vital del deseo” 2020
**Miller, J. A. Sutilezas Analíticas. Paidos. Buenos Aires. 2011. P. 98.