A mi juicio, Poco ortodoxa se trata de lo realmente abrasadores que pueden llegar a ser los discursos familiares y lo profundamente difícil que es hacerle un lugar al deseo.
Lacan decía que “si la relación con el objeto estuviera ya instituida, no habría problema para el análisis. Los hombres como hacen presuntamente la mayoría de los animales, se dirigirían a su objeto”*.
A partir de ahí entiendo que asumir nuestro deseo sobre algo no es sin vacilación, sin sufrir ciertos avatares propios de la vida subjetiva, y es por la pérdida implicada en ese movimiento que es difícil asumirlo, apropiarse de él. El recorrido de la protagonista de esta serie lo muestra de forma encarnadamente sufrida y dolorosa.
Esty es una joven que a partir del divorcio de sus padres es tomada por su familia paterna quienes en contra del deseo de su madre es criada por ellos bajo la historia de que esta la abandonó y nunca la quiso. A lo largo de su crecimiento de alguna forma se aseguran de hacerle ver lo bondadosos que han sido al acogerla y por tanto debe seguir las creencias y hábitos familiares puesto que de otro modo su destino es ser una cruel y despiadada persona como su madre.
Con este andamiaje llega Esty al mundo, intentando encajar en un lugar huyendo de otro. Intenta ajustarse a estas exigencias al mejor estilo del adolescente, que bajo amenaza de perder el lugar por el que es conocido en la familia, termina por estudiar algo que no es realmente lo que quiere. Así, pasa años batallando para al final entregar a quien lo pidió, el tan anhelado título. ¿A quién no le ha sucedido esto? Ese sería un ejemplo, otra forma de ilustrar lo que ocurre con la serie y los complicados acontecimientos que pueden dar lugar a la pregunta “¿qué quiero hacer?”.
“Dios esperaba mucho de mi” (…)
Es un momento clave. Esa frase denota de fondo la separación de lo que el otro espera de Esty. Es una frase incompleta que enuncia algo más, de ahí los puntos suspensivos. Esa frase explica con lo que deja en suspenso, las decisiones que toma al darse cuenta que no era lo que “dios” esperaba de ella, es por eso que intenta por otro camino.
No habría podido hacerse un cálculo científico sobre si esta separación sucedería o no, es decir, ocurrió como es la vida, de forma contingente. Y no es solo que se le hizo demasiado el alienarse a este discurso, lo sorprendente es que no se sometió, no se anuló, al contrario le hizo un lugar a la pregunta implícita: ¿Y si soy algo diferente a lo que dios espera de mi? Las decisiones que vinieron después fueron en dirección de asumir esta pregunta.
Un discurso totalizador, pero no lo suficiente
Si hay algo que me sorprende de esta historia, es cómo esta joven no se pliega por completo a lo que se espera de ella. A pesar que lo intenta, no lo logra y lejos de sumirse en una depresión o autoreproches de que no sirve para nada, sale al mundo a buscar identificarse a otra cosa, otro lugar donde encajar y eso de verdad me parece impresionante.
Es el ejemplo de que la voluntad de una persona no es predecible, por mucha medición, conteo estadístico y tendencias sociales que haya, el qué hacer con la vida es una decisión siempre del sujeto, de uno mismo. El lugar en el que naces provee de ciertas coordenadas pero no determina tu destino, es solo un referente, la decisión siempre es singular.
“Lo que sucede se entiende”
Poco ortodoxa es una serie que está basada en las memorias de Deborah Feldman, la protagonista real de la historia, que en sus propias palabras la describe como algo que, a pesar de estar en un idioma y costumbres extrañas, puede entenderse. Uno se puede identificar.
Esta no es una serie sobre religiones buenas o malas, es sobre cómo podemos ser afectados de determinada forma por algunos mensajes en nuestro alrededor.
Lo que ocurre aquí, fácilmente puede extrapolarse a lo que sufren los árabes por tener que casarse con personas de su cultura, lo mismo con los portugueses. También con esas madres que desde pequeños les dicen a sus hijos como debe ser la pareja con la que se deben casar o la vida que deben llevar. Esos padres o familias que intentan influir tanto en la vida de los hijos que no les dejan espacio para tener ideas propias.
Una de las respuestas más comunes es hacer lo que la familia espera, pero si de algo habla esta serie verdaderamente, es que otra opción también es buscar nuestro propio camino.
*Jacques Lacan, Seminario 5 “Las formaciones del inconsciente” Pág 320-321. Editorial Paidós.
El leer el artículo me invitó a ver la miniserie. Concuerdo con muchas de las ideas expuestas aquí.
Éxito!
Gracias Milagros y que bueno que te sirvió.
Yo la vi. Me pareció excelente.