Observaciones sobre el chiste

“El humor es hacer al otro pensar, sin este saber que está pensando.”

Aquiles Nazoa

Es curioso que desde el psicoanálisis se trabaja con palabras, esa cosita que popularmente se dice que “se las lleva el viento”. Se las atrapa en el aire para darle un lugar que proporciona alivio a quien habla. Socialmente, se dice que el equívoco al hablar, o al olvidar algo es insignificante y a menudo tiene un grado de sentido que dirige las decisiones y pensamientos de un sujeto de maneras inimaginables. Así mismo, se considera que el chiste tiene un lugar relevante en la vida psíquica del sujeto.  

Algunas observaciones

Un chiste se refiere a un juego de palabras escogidas que genera risa ante un interlocutor. Es decir, una condición para que exista un chiste es que otro lo reconozca como tal.  El chiste es una formación del inconsciente a la que Lacan le da el nombre de agudeza. Se distingue de un lapsus o de otra formación del inconsciente; ya que es necesario que el otro lo considere como agudeza para que se inscriba en un tipo de código específico. En palabras textuales:

“… el efecto del inconsciente nos es demostrado hasta los confines de su finura; y el rostro que nos revela es el mismo del espíritu en la ambigüedad que le confiere el lenguaje, donde la otra cara de su poder regio es la “agudeza”, por la cual su orden entero se anonada en un instante –agudeza en efecto donde su actividad creadora devela su gratuidad absoluta, donde su dominación sobre lo real se expresa en el reto del sinsentido, donde el humor, en la gracia malvada del espíritu libre, simboliza una verdad que no dice su última palabra.”*

Entonces, el chiste se realiza a partir del otro, quien ratifica un mensaje como tropiezo o como fracaso. Es el otro como lugar tercero el que sanciona a la agudeza,  es quien lee entre líneas el mensaje oculto en las palabras que se escuchan.

El chiste y su uso social

Teóricamente hablando, en El chiste y su relación con lo inconsciente (1905) Freud hace un trabajo exhaustivo sobre la función del chiste como método de evitación, de coerción psíquica. A su vez, propone que es una formación de lo inconsciente en el sentido que el sujeto al decir un chiste habla de su íntima opinión sobre la verdad que percibe, que vive, o que le habita. 

Se puede decir que contamos un chiste para evitar el displacer y para decir una verdad camuflada bajo una forma socialmente aceptada y a menudo desapercibida en su grado de verdad por carecer de “seriedad”. 

Por otra parte, es necesario considerar el papel que el sentido del humor toma en el campo social; en la política, en la religión, incluso en nuestros ámbitos familiares. Podemos notar que puede ser útil considerar el chiste más allá de las risas, pues tienen un doble filo. Por un lado, ofrecen alivio psíquico ante tensiones, pero por otro, de no existir una exigencia de elaboración, la risa puede tomar un sentido de anestesia: “con solo reír puedo sobrellevar las cosas”. 

¿Por qué darle lugar al chiste?

El humor, el chiste y lo cómico están allí para sacudir y hacer ruido sobre lo que no anda o lo que no puede andar. Entonces, ¿por qué no escuchar nuestro sentido del humor para conocernos? 

El chiste produce como efecto la risa.  Debemos saberla leer puesto que no es efecto para generar el placer, sino para evitar el displacer, en tanto objetamos con mayor fortaleza la dicción de lo verídico en ello, quizás debe ser tomado con más atención su uso en nuestra vida cotidiana.

¿No será el chiste lo más serio que podemos tomarnos, ya que nos permite decir verdades de las cuales no queremos saber? Al plantear esta pregunta de tal manera, pareciese que lo más maduro que se puede realizar para conocerse a sí mismo es, no solo escuchar nuestros mensajes invertidos, sino también tomar con seriedad el sentido con que usamos el humor.

* Lacan, Jacques, “De nuestros antecedentes”, en Escritos 1, Siglo XXI editores, Argentina, 2002, pág. 261.

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