Los exiliados buscamos un hogar en las palabras, cuando éstas se dejan habitar. Aunque a veces a ellas justo en otoño se le caen los muebles y los cuadros, te dejan con la misma vulnerabilidad de sus puertas abiertas.
Neart Vicuña.
La palabra exilio es utilizada para identificar a los sujetos que se encuentran lejos del lugar natural, que los vio nacer. La expatriación voluntaria o forzada obedece a diferentes motivos que impiden regresar al país de origen; motivos políticos que colocan en riesgo la vida del sujeto, motivos personales y subjetivos que serían singulares de cada quien, que los acciona al movimiento migratorio.
No se pueden definir las características de un exiliado, ni sus motivaciones, ya que a pesar de que se presentan situaciones reales en un contexto socio-político de un país, coexisten mandatos y discursos individuales que empujan también a tomar la decisión de migrar.
Los exiliados somos gente triste, propensos a recordar cosas que nunca sucedieron, y un día nos sorprende la muerte en un país extranjero del cual solo recordamos que había un hombre que tocaba un piano.*
Pueden existir dificultades para desarrollarse, prohibiciones de manifestarse y hacerse escuchar. La decisión de migrar surge como una urgencia, producto de las vivencias donde cada sujeto experimenta su propia angustia y malestar y se enfrenta a distintas contingencias.
No es muy diferente a lo que impulsa a los sujetos a iniciar un proceso de análisis, tomado y conducido por una urgencia. El sujeto angustiado acude porque siente la prohibición de cumplir y seguir sus deseos, los ven obstaculizados y tienen la necesidad de hacerse escuchar.
Tampoco es diferente a las motivaciones que conducen al poeta a escribir, en esas letras plasmadas también está la necesidad de escucha, de tramitar a través de la palabra sus malestares. De esto me surge un cuestionamiento: ¿qué busca el exiliado y el sujeto en análisis, que también busca el poeta? ¿Cuál es su punto de encuentro?
Exilio: Extranjeros del significante
El exiliado busca una nueva patria, busca encontrar un nuevo hogar, ha roto lazos, los vínculos se han hecho vulnerables, el exiliado sale y está en busca de algo. Nuevas formas de gozar, de ser y hacer consigo mismo y con lo que le resulta propio. Experimentando siempre con lo ajeno, con lo que no era suyo, pero donde debe hacerse lugar y espacio.
En el libro Cuando el cuerpo se deshace de Hervé Castanet se expone el siguiente testimonio de la paciente nombrada como Noelle:
“Mi país es el exilio, mi patria la lengua”**
Según el autor, esta paciente consiguió un alivio en la escritura. Pero, ¿qué quiso decir Noelle con esta frase?
El exiliado es un sujeto que se hace en la contingencia. Implica el deseo de hacerse un lugar, un nuevo lugar, de construirse un hogar. El analizante y el poeta también son sujetos que se hacen de la contingencia, también están divididos por un deseo, también lidian con la extranjeridad, que no necesariamente es la de un trozo de tierra. Ambos son extranjeros del significante y buscan construir lazos, hacerse un lugar, un hogar en las palabras y a través de ellas. Con respecto a esto Lacan en la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, expone:
“¿cómo hasta Freud pudo desconocerse hasta tal punto que esa gente, a la que se llama hombres, mujeres eventualmente vive en el parloteo? Es curioso que gente que cree que piensa, no se percate que piensa con palabras.”***
La exigencia de subjetivación
Son muchos los poetas que han escrito sobre su experiencia de exilio, de ser extranjeros, y no solo por estar fuera de sus países de origen. Se puede experimentar la extranjeridad con el discurso del otro, con sus palabras que nos son ajenas, con sus mandatos y dictámenes, incluso esa sensación de no pertenecer, obstaculizados a hacer lazos con el otro. Son muchos los analizantes que escriben poesía, como resultado de su recorrido analítico. Son muchos los poetas que tomados por la angustia han tomado la decisión de analizarse, para escucharse y darle otra lectura a sus dichos y no dichos.
Jacques-Alain Miller basándose en los aportes de Lacan definirá la experiencia del análisis como un esfuerzo de poesía.
“Nosotros lo concebimos familiarmente el poner en palabras -que sería la clave de la operación analítica- lo que permanecía silencioso o incluso, más familiarmente, lo que quedaba no dicho. Pero para nosotros poner en palabras no se produce sin mortificación… creemos que a fuerza de hablar perderá su peso, se va a descargar una reserva libidinal aprisionada en el silencio, y que solo hablar hace bien.”****
Lo que me transmite Miller con esta cita, es que se pretende en la experiencia analítica darle un lugar a la palabra y a través de ella aquello que permanece, en la oscuridad de lo no dicho, lo no descifrable, pero que angustia.
Buscando hogar a través las palabras
En la experiencia analítica, el sujeto manifiesta sus horrores, malestares y vergüenzas, aquello que lo inhibe e imposibilita, que lo saca del lazo social y lo hace extranjero y extraño a su propio deseo. Me parece que tanto la poesía como la experiencia en análisis trabaja con lo indecible del sujeto, lo que no tiene sentido para él, que le es singular y no lo comparte con nadie más. Se hace uso de la palabra en ambas experiencias, para darle un tratamiento a sus horrores más íntimos.
Entiendo de esto que el exiliado o extranjero, al igual que el poeta, como el sujeto que se posiciona como analizante, hacen uso de una lengua en común. La palabra sirve para tramitar un malestar, reconstruir un lazo, con la finalidad única de hacer vínculo. Se trata de buscar un hogar a través de las palabras. Todos de alguna u otra manera experimentamos el exilio y la extranjeridad, algunos de tierras, pero todos del significante; de ese solo y único exilio.
El exilio comienza cuando comenzamos a matar las cosas que amamos, pero no las matamos de una vez, tal vez en años, pero no lo hacemos con saña, sino con suavidad, la misma suavidad con que estos recuerdos se hacen presencia y con la misma violencia que produce el después, el no me acuerdo, el cómo se llamaba…
Arístides Vargas.
* Vargas, A.(2002) ”Nuestra señora de las nubes”. Editorial Casa de América.
** Castanet, H. (2020) Cuando el cuerpo se deshace. Momentos en las psicosis. Gramma ediciones.
*** Lacan, J.(2010) . Intervenciones y textos II. Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Pg. 125. Primera edición. Editorial Manantial.
**** Miller, J.A. (2011). Sutilezas Analíticas pág. 257. Primera edición. Editorial Paidós
Psicólogo clínico de orientación psicoanalítica y actor de teatro.
Experiencia en la atención de niños, adolescentes y adultos con necesidades especiales.