Una de las dimensiones desde la cual se puede catalogar el movimiento social que ha generado la presencia del COVID-19 en el mundo es la “crisis”. Toda crisis implica un momento de caída, de ruptura y se genera a partir de la irrupción de un acontecimiento inesperado que sobrepasa la capacidad de elaboración de una persona sacudiendo su estabilidad psíquica.
Desde el punto de vista subjetivo surge una urgencia, expresada como una sensación de desequilibrio, angustia desbordada y pánico. También se puede manifestar como dolor, sufrimiento insoportable, desorganización, con la sensación de inmediatez que suprime la capacidad de comprender reflexivamente lo que ocurre. Repentinamente el sistema en el que los sujetos “funcionaban” en el mundo deja de funcionar.
¿Qué pasa cuando el caos es colectivo?
Actualmente es común encontrarse con sujetos atravesados por la época cuyo padecimiento, parece estar determinado por múltiples variables, como lo social, lo económico, lo institucional, lo orgánico, lo legal. En estos casos la urgencia suele ser generalizable y clasificable. Surgen problemas como insomnio, ansiedad, depresión entre otros descritos en manuales de psiquiatría y son tratados a través de protocolos médicos o farmacológicos.
Ahora bien, cuando hablamos de situaciones sociales donde hay un sector afectado y otro sector que puede brindar ayuda, es fácil plantearse la posibilidad de buscar ayuda y fácil sugerir que se haga. Sin embargo el sufrimiento propio de cada sujeto se extravía en lo colectivo.
Cuando el sujeto busca ayuda por la urgencia, quiere entender qué le pasa; hay una búsqueda de sentido. Poner en palabras sentimientos y emociones le permite trasladar de alguna manera su sufrimiento a otro y organizarlo de a poco en fragmentos que, al ser dichos, van cobrando sentido.
Toma de decisiones durante una crisis
En una crisis, algo en la vida se modifica profundamente, produciéndole al sujeto un sufrimiento intolerable, algo de la situación lo ha sumido en la desesperación, lo ha dejado perplejo, agobiado e incluso descorazonado. La desesperación empuja a hacer y la gente desesperada suele ponerse en riesgo tomando decisiones apresuradas.
No siempre más rápido es mejor. El tiempo de la urgencia no es un tiempo de la cronología, es un tiempo que se construye y que incluye un punto de detención. Contener el malestar es mucho más importante que dedicarse a cumplir una lista de tareas o tratar de resolver eficazmente problemas que aún no se han comprendido.
Es fundamental evitar la toma de decisiones apresuradas que puedan poner en riesgo a la persona y a quienes le rodean hasta tanto el estado de urgencia y malestar no haya pasado.
Lo que cambia con la crisis
Popularmente al pensar en alguien en crisis o en una situación de crisis inmediatamente lo relacionamos con algo terrible, catastrófico con consecuencias incalculables, un panorama desolador e incierto. Pero es a partir de las crisis que los humanos crecemos y nos desarrollamos. Pasar de la niñez a la adolescencia, luego a la adultez y posterior envejecimiento implica enfrentarse a situaciones conflictivas y por tanto, crisis.
Todos los eventos son contingentes en nuestra vida y cada uno de ellos marca una experiencia que no tiene vuelta atrás. Así mismo, atravesar una crisis, sea cual sea su característica, no se trata de volver a un punto de normalidad anterior porque lo que hacía que nuestra vida funcionara de determinada manera ya no está disponible, por tanto algo cambia.
No hay posibilidad de una vida sin crisis. Se trata entonces de encontrarse con algo totalmente nuevo cada vez, a partir de las decisiones que tomamos, lo que surge es nuestra propia capacidad de inventar algo nuevo.
Psicóloga Clínica de orientación psicoanalítica.
Experiencia en el área de salud mental con niños, niñas, adolescentes y adultos. Intervención y tratamiento de las distintas manifestaciones de malestar subjetivo: angustia, depresión, ansiedad, somatización, dificultades en la socialización, entre otros.
Muy bueno este artículo! Excelente descripción de lo que estamos sintiendo.
Esta crisis colectiva nos sacó de nuestra normalidad. Me gusta cuando plantea la crisis como posibilidad de cambio y crecimiento.
Justamente esa normalidad nos hace creer que todos lo vivimos igual. Eso lleva a preguntarse ¿qué es lo normal para cada uno?
Hola, leí gustosamente tu articulo es bueno, mas debo decir ,me gustaría conocer tu opinión en relación a la invención. ¿Como abordas desde el punto de vista de la la psicología la capacidad de cada individuo de adaptarse e innovar ¿que hace o que ocurre para que una persona vea la crisis como oportunidad y otra persona vea un calamidad?
Gracias. Interesante pregunta. Justamente lo que hace que una persona le otorgue algún significado particular a un momento de crisis es su propia historia. Es decir, tanto las respuestas emocionales ante un momento de crisis, como la forma de enfrentarse a ese momento, son repeticiones de lo que se ha trasmitido familiarmente. Ahora bien, solo se puede hablar de un abordaje cuando esas repeticiones no le funcionan a la persona y decide cambiarlas.