La experiencia de formación teatral con niños tiene como finalidad iniciarlos en las técnicas actorales y en la estructura teatral, para que dispongan de esta herramienta artística.
En los talleres iniciales se utiliza la estrategia del juego como forma de introducir a los niños en el arte de Actuar, y del actuarse. Se trata de representar un personaje (ajeno a él) y a sus circunstancias.
La Actuación teatral tiene como premisa fundamental el conflicto, la lucha entre dos fuerzas antagónicas por un objetivo, lo cual constituye la Estructura dramática como tal. Y está también el conjunto de estrategias que ejecutan los personajes, lo cual constituye la Acción dramática. Así, previo a la representación actoral se realiza un análisis del personaje en el contexto de la estructura y la acción dramática. Para los niños, esto implica vérselas con la dimensión de ficción que posee la realidad y a la vez con las elecciones y determinaciones que se colocan en juego en un personaje a escenificar. Para ello, el niño debe servirse de una serie de códigos que integran el hecho teatral, como son los elementos lingüísticos que incluyen a personajes, diálogos, acción, acotaciones; y los no verbales, representados por gestos, movimientos, maquillaje, vestuario, escenografía, utilería, iluminación, música. Todo ello para tramitar experiencias desde las máscaras de distintos personajes. Hablo de una concesión propia del arte: expresarse desde una estética, desde un discurso que “no es mío”, pero que construyo sin la censura de lo convencional, de la lógica social.
En los ejercicios de improvisación, los conflictos se despliegan, se tramitan y se reconstruyen haciendo uso de la estrategia del histrionismo, la cual implica dirigirse a un otro que observa (el público: compañeros, docente).
En esta experiencia quienes nos ocupamos de los talleres de formación nos topamos muchas veces con hallazgos interesantes en relación a los efectos que produce esta actividad sobre el quehacer y el desenvolvimiento del niño.
Por ejemplo, Juan, joven aprendiz de actuación de 10 años, llega a las primeras clases muy agitado, no realiza los ejercicios de voz y dicción (respiración, vocalización, articulación…) que el resto de los niños practica sin dificultad alguna. Ante la instrucción: “respiramos en tres, retenemos en tres y soltamos en tres” Juan responde pero no continúa, se lanza al suelo, sube y baja. Hace algo parecido con el resto de las instrucciones.
Sin embargo, al pasar al terreno de la improvisación, de lo actoral propiamente dicho, algo cambia. Les propongo improvisar una historia con inicio, desarrollo y desenlace partiendo de algo sucedido que haya incluido un conflicto. De todos los relatos, elegimos la historia de una de las niñas y entre todos enunciamos una lista de personajes, de los cuales le ofrecí el principal a Juan, quien acepta entusiasta. Las reglas de nuestro juego fueron incorporadas a medida que desarrollábamos la historia –desplazamiento en escena, posiciones del cuerpo, proyección de voz y clara dicción. Nuestro protagonista se mostraba al inicio un tanto desordenado en escena, haciendo varios movimientos a la vez y sin conciencia del espacio. Sin embargo, ante mis acotaciones, fue adaptándose a las reglas del teatro, atento a las instrucciones y construyendo distintos personajes. Durante este taller Juan no volvió a mostrarse desordenado ni inquieto, dedicándose con esmero al trabajo. Y en la representación de las otras historias decidió incorporarse voluntariamente.
Esta vivencia, nos recuerda las palabras escritas por Freud en el texto “los personajes psicopáticos del teatro”:
“la contemplación apreciativa de una representación dramática cumple en el adulto la misma función que el juego desempeña en el niño, al satisfacer su perpetua esperanza de poder hacer cuanto los adultos hacen”**
Y es que este hacer particular, el que desarrolla el teatro como arte dramático, nos invita a indagar acerca de cómo lo humano puede transfigurarse en el cuerpo de los actores valiéndose de la propia significación, esa con la cual responde el cuerpo.
*Este texto fue publicado originalmente en Cuadernos de la clínica N. 1. “Ecos en el cuerpo. Efectos de la experiencia analítica”. Del grupo de investigación PSINA Nel-Maracay en Octubre de 2016.
**Sigmund Freud, Personajes psicopáticos en el escenario, Obras completas VII, Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 277.
Psicóloga Clínica de orientación psicoanalítica.
Experiencia en el trabajo con niños, niñas, adolescentes y adultos.
Que bella experiencia. Felicitaciones y mucho éxito en este nuevo proyecto, las aprecio mucho!
Muchas gracias. Para nosotras ha sido un lindo trabajo. Esperamos que puedas sacarle provecho.
Excelente contenido!
Muy útil para los que trabajamos en la Docencia y cuidado de niños
Gracias!
Gracias Milagros. Me alegra mucho que sea útil para ti. Próximamente tendremos más textos enfocados en el área educativa. ¡Un abrazo!
Buenas tardes! Me gustaría que publicaran más sobre la parte educativa. Me pareció que da tips importantes y resalta a el teatro como una herramienta valiosa para la enseñanza- aprendizaje y que sirve para descubrir mucho de la personalidad de los niños.
Excelente Lisbeth, tomaremos en cuenta tu propuesta para futuras publicaciones. Sin duda el área educativa merece tener un lugar especial en nuestro blog.