Inicié mi práctica clínica en el Hospital Militar de Maracay, atendiendo a personas referidas por la institución, quienes generalmente sufrían enfermedades crónicas que comenzaban a alterar el curso normal de su vida.
Tanto en el teatro, como en el psicoanálisis, siempre se trata del caso por caso, por tanto, ambos requieren de constante invención, lo cual me resulta fascinante.
Viví por un tiempo en Quito, Ecuador, en ese país me fue posible ejercer la clínica con niños, adolescentes y adultos en un centro terapéutico, fue una época de mucho aprendizaje, profundización y reconstrucción tanto de mi práctica como de mi propio accionar como sujeto.
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