“…aún debía ser revelado para darle al exilio voluntario su dignidad, la de que captar que uno siempre está exiliado del Otro”
Oscar Ventura
La experiencia del análisis está ligada al exilio. Las contingencias reales llevan a los sujetos a comprometerse y aliar su deseo al recorrido psicoanalítico, donde abundan desplazamientos migratorios producto de guerras, conflictos políticos y económicos. Esto los impulsa a tomar la decisión de emigrar; elección muchas veces forzada, por lo que no ocurre sin trauma, sin quiebres, sin cortes. Vicente Mira comenta respecto a esto:
“Hay exilios voluntarios en los que lo traumático, también presente, no tiene las mismas características que en los anteriores, ya sean exilios «económicos» o «epistémicos», en busca de modos de ganarse la vida o de obtener un saber”*
El exilio en análisis, hace hincapié en mudarse de posición subjetiva, en busca de un saber. Un sujeto que se asume como analizante abandona referencias, aquello que le daba consistencia de ser, su profesión muchas veces, sus convicciones, lazos. Abandona aquello para lo que siempre se preparó, siguiendo los discursos que le permitieron construirse una razón de vida y un sentido. Es allí donde siempre he hecho hincapié, en el punto donde convergen la experiencia analítica de la migración y el exilio.
De un análisis y sus movimientos
Cuando un sujeto acude a un analista, generalmente está movido por una angustia y un malestar, que no encuentra explicación, solución o alivio en los discursos sociales. Estos discursos organizan la sociedad pero dejan por fuera aspectos del sujeto que le impiden hacer lazos. Cuando un sujeto comienza el recorrido analítico, lo hace con la premisa de querer ser escuchado, encontrando un lugar para hospedar aquello que lo deja extranjero frente al otro y frente a sí mismo.
“…en la cura analítica se trata de volver a recorrer el camino de un exilio siguiendo la deriva de las palabras, el exilio de «lo infantil» que el «programa de la cultura» impone, recorrer el camino de separaciones y pérdidas…”**
Toda migración tanto subjetiva como objetiva, produce pérdidas. No queda solo en la prenda de vestir que se salió de la maleta cuando fue revisada en la frontera, o en la rueda que perdió la misma cuando la rodaban de un terminal al otro. El sujeto cuando se muda de un país pierde un entorno discursivo que le daba consistencia.
Así mismo, en el análisis también se pierde. En la mudanza subjetiva es posible que se caigan las referencias que nos orientaban. Todo aquello para lo que el sujeto fue preparado incluso antes de nacer.
De las caídas y las pérdidas
Vicente Mira habla de una obligatoria pérdida en el exilio que no se puede evadir. Tampoco en la experiencia analítica. Muchos extranjeros se han llevado a sus nuevos países esas costumbres, tradiciones y discursos, aferrados a sostenerse, pareciera con la intención de eludir una pérdida que ya es.
Muchos molestos con el nuevo país que los acogió, críticos de sus costumbres y en constante guerra con otras formas de goce que no son las suyas. Lo mismo ocurre en el análisis, cuando la pérdida te deja sin referencias. Se hace angustiante sostener el encuentro analitico, puede venir la molestia, el malestar y esas ganas de no querer abandonar los mismos hábitos que llevaron a tomar la decisión de emigrar e iniciar un análisis. Oscar Ventura, psicoanalista español, habla sobre el significante exilio en su propia experiencia y recorrido:
“el sintagma exilio voluntario, me acompañó durante varias sesiones, de un tercer análisis, y se inscribe bajo el argumento de alejarme de mi país, con la intención de silenciar el ruido del Otro, pensaba que podía ser neutralizado por la distancia” ***
Aquí me parece importante señalar que la migración no silenció este ruido. Me evoca la frase popular que sentencia que a donde sea que vayas siempre te llevarás tu equipaje, tus fantasmas y tus monstruos. También es una elección hacer algo con eso.
De los restos…
“Exiliado del Otro”, es una frase que merece ser discutida y elaborada. Por lo pronto, me vienen de nuevo a la mente las pérdidas y caídas de los ideales en relación a los lazos armónicos entre los seres hablantes. Los vínculos perfectos, la comunicación correcta y asertiva entre los sujetos, son todos discursos diseñados para hacer funcionar la sociedad. Sin embargo, no están habilitados para escuchar la singularidad de cada uno. Por el contrario, nuestras formas de comunicarnos y hacer uso del lenguaje siempre estarán llenas de equívocos y malos entendidos.
Por eso, aunque hagamos uso de los mismos significantes, estos tendrán una relación y un sentido singular para cada quien. Eso nos deja en soledad con nuestra manera de hacer uso de las palabras, con nuestro malestar y nuestro deseo. Nos deja solos con ese único exilio, que es el exilio del otro, lo social, lo familiar, lo ideal. Si algo compartimos los seres hablantes es el exilio.
*Mira, V. (2014) Exilio y lengua. Disponible en: https://rasgopsi.com/exilio-y-lengua/
** Idem
*** Ventura, O. (2017) Interpretaciones, pasajes y rectificación. El tiempo de volverse analista. Revista Psicoanalítica de la Nueva Escuela Lacaniana. Bitácora Lacaniana. N° 6. Gramma Ediciones. Buenos Aires, Argentina.
Psicólogo clínico de orientación psicoanalítica y actor de teatro.
Experiencia en la atención de niños, adolescentes y adultos con necesidades especiales.
El análisis nos permite tramitar ese malestar sin nombre, sin explicación con el cual nos topamos en forma de repetición. El recorrido analítico permitirá al uno por uno darle lugar a ese malestar y encontrar una forma de hacer con el, con nuestro propio exilio.